Los misterios del destino y de la vida

Apenas tenía 3 añitos, Claudia konishi Motta, cuando reparaban las escaleras en la construcción del segundo piso, donde jugaba con su hermana y accidentalmente cayó, esto la llevo a no tener un desarrollo neuronal completo. Y cómo iba desarrollándose normal, solo pensaron que como algunos niños se desarrollan o hablan más pronto que otros, se fue pasando el tiempo y ahora ella vive estacionada en su infancia, aun cuando su cuerpo es adulto, su mente es de niña y tuve el gran gusto de conocerla en Rioverde San Luis Potosí, no solo conocerla, sino tener un extraordinario baile con ella y le enseñé a pararse de manos, es una gran niña inquieta, extrovertida, pero sobre todo feliz, eso es lo que yo capté en ella ese día que la conocí.

Desde ese día tenía ganas de escribir sobre ella está reflexión y es que esta niña en cuerpo de adulto, que vive quizás alejada de su realidad como adulto y más en una introspección como niña, cómo es que su felicidad la expresa radiante, íbamos en el auto con su hermana y en su alegría ella pedía que le pusieran una canción, en este momento no recuerdo el nombre de esa canción, al final de interrumpir e interrumpir la plática que teníamos con su hermana, ella accedió a poner en el auto esa canción y está hermosa niña con cuerpo de adulto me habló y dijo vamos a bailarla y era una canción muy alegre para bailar, así que nos fuimos bailando en el auto, al llegar al lugar donde íbamos me pidió, enséñame a pararme de manos y así lo hicimos, después escucho otra canción y se puso a bailar, así que la acompañe a bailar, entonces yo pensé, estoy conviviendo con una niña feliz.

Cómo es que nuestra vida adulta a veces nos lleva a ser demasiado serios y acaso a veces ni siquiera podemos bailar, entonces me vine con esa reflexión y volví a retomar en mi vida cotidiana hábitos como bailar, ahora cuando terminó de dar una clase de YOGA en mi estudio, pongo alguna canción y me pongo a bailar solo, a reír solo porque quiero recuperar nuevamente esa vida de niño, pues a veces la vida de adulto me parece demasiado seria, así que prefiero también ser un niño.

Hay cosas en la vida que nos tocan pasar y el destino parece que nos da una mala jugada, hay cosas que no podemos entender en donde no hay culpables, pero si el gran reto de vivir intensamente con lo que nos toca y eso es vivir de verdad.

Gracias por tu enseñanza Claudia.

Tu amigo Fernando Pacheco

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