Navidad y Yo
- YMA Yoga Master
- 22 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 ene 2022

Me traslado mentalmente justo en este instante a varias navidades vividas desde mi juventud, hasta mi adultez madura, con un gran grupo de personas el día 24 de diciembre nos reuníamos en un singular lugar del Norte de México aproximadamente 600 personas para realizar una meditación especial en donde sentía que renacía a otra vida, al terminar esta meditación el calor humano me sofocaba entre tanto abrazo apretado y felicitaciones por la Navidad, con personas y amigos de diferentes lados que nos encontrábamos en ese lugar y en ese momento, sentía una energía que recorría mi cuerpo, mi corazón estaba contento y mi espíritu radiaba de felicidad, eran momentos mágicos y una felicidad auténtica invadía mi vida y mi mente.
Muchas navidades fueron así, sin embargo, al terminar ese evento e irme en la intimidad de mi pequeño cuarto donde vivía, si acaso un vacío recorría mi interior y una soledad tremenda me llenaba, no hacía mucho caso a la sensación y continuaba pues la euforia de la vida y la felicidad siempre se sobreponía.
Pasaron muchos años de esta manera, después tuve diferentes experiencias en Navidad y en una ocasión me encontraba lejos de mis amigos, de mi familia y estaba con un pequeño grupo de personas platicando en víspera de Navidad, una persona comenta eufóricamente, me voy a casa porque qué sentido tiene este momento si no tengo con quien compartirlo y se despidió, la otra persona afirmó sin tener con quien compartir un logro en la vida o estos momentos no tiene sentido la vida.
En mis emociones de soledad de ese instante una energía recorrió mi cuerpo sintiéndome profundamente triste, porque las situaciones de la vida me habían llevado a ese momento, en donde me sentía o me encontraba solo, con muchas personas alrededor, pero solo de mi gente cercana, de mis afectos.
Muchas navidades también así pase, pero esa fue muy reflexiva y especial, me propuse en ese momento no encontrarme en las polaridades ni de la euforia, ni de la tristeza, sino entender de verdad lo que era la Navidad.
¿Y pues acaso si alguien no tiene amigos o se encuentra lejos de su familia no pasará una agradable Navidad por no tener con quién compartirla?, me preguntaba yo. Así que, decidí que esos comentarios, después de haberme lastimado y hacerme reflexionar, no significaría nada para mí, pues cuando a veces se dice en la vida lo importante es tener amigos o tener con quien compartir los momentos felices de la vida, solamente ahí es cuando vale la pena vivir por supuesto eso es grandioso maravilloso y mágico lo cual debemos valorar, pero si acaso alguien está viviendo un momento en donde no cuenta con eso, no debería ser un motivo para sentirse triste y, sin embargo, si una oportunidad para tener una profundidad mayor en su renacimiento.
Por lo tanto, en esta etapa que me encuentro de mi vida, he decidido disfrutar lo que este momento me entrega la vida, si acaso me encuentro acompañado lo disfruto al máximo, si acaso me encuentro solo lo disfruto también al máximo, porque es lo que me toca vivir en ese momento e ir más allá de las apariencias y de las creencias señaladas, pues para mí lo valioso es mi silencio interior, mi paz interna que permanezca intacta, más allá de los eufóricos momentos o de los tristes instantes que pueda vivir, mi centro es aquí, mi momento es ahora y me uno más allá de todo, en lo esencial qué es mi divinidad.

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